Una lechera llevaba en la cabeza un cubo de leche recién ordeñada y caminaba hacia su casa soñando despierta. "Como esta leche es muy buena", se decía, "dará mucha nata. Batiré muy bien la nata hasta que se convierta en una mantequilla blanca y sabrosa, que me pagarán muy bien en el mercado. Con el dinero, me compraré un canasto de huevos y, en cuatro días, tendré la granja llena de pollitos, que se pasarán el verano piando en el corral. Cuando empiecen a crecer, los venderé a buen precio, y con el dinero que saque me compraré un vestido nuevo de color verde, con tiras bordadas y un gran lazo en la cintura. Cuando lo vean, todas las chicas del pueblo se morirán de envidia. Me lo pondré el día de la fiesta mayor, y seguro que el hijo del molinero querrá bailar conmigo al verme tan guapa. Pero no voy a decirle que sí de buenas a primeras. Esperaré a que me lo pida varias veces y, al principio, le diré que no con la cabeza. Eso es, le diré que no: "¡así! "La lechera comenzó a menear la cabeza para decir que no, y entonces el cubo de leche cayó al suelo, y la tierra se tiñó de blanco. Así que la lechera se quedó sin nada: sin vestido, sin pollitos, sin huevos, sin mantequilla, sin nata y, sobre todo, sin leche: sin la blanca leche que le había incitado a soñar.
Y ESO ME PASA A MI CONSTANTEMENTE SOLO BASTA UN ANUNCIO DE EMPLEO, UN EVENTO, UNA SALIDA PARA PONERME A FANTASEAR "CON LO QUE OCURRIRÁ" Y EN EL CAMINO ¡ZAZ! SE ME TIRA LA LECHE O BIEN NO HACE FALTA QUE SE TIRE PARA DARME CUENTA DE QUE LAS COSAS NO SIEMPRE SALEN COMO UNO QUISIERA, LA REALIDAD SE IMPONE. PERO QUE SERIA DE NOSOTROS SIN LOS SUEÑOS DE NO TENERLOS NO SE CUMPLIRIAN Y QUE BUENO QUE SIEMPRE ESTAMOS DESEANDO ALGO, SI NO QUE CHISTE TENDRÍA LA VIDA.
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